OPINIÓN - DE LOS TRÁNSFUGAS DEL ARTE ESCÉNICO. Jasón

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El eterno retorno del que habla Nietzsche, en el que la vida gira como en un eterno espiral y en donde estaremos condenados a repetir nuestras experiencias, para así llegar al mismo punto cargados de más conocimiento y sortear estas experiencias que ya han sido vividas en el pasado; las soluciones no serán tan traumáticas y viajaremos hacia arriba, cultivando nuevas experiencias para reencontrarlas en el futuro.

Buen punto de partida para reflexionar sobre aquellos que se quedaron dando vueltas en un mismo círculo, repitiendo errores cometidos, y lo que es peor, siendo el reflejo de los errores ajenos, ¿será que hay muchos de ellos que hacen parte del arte escénico?...
Me parece que sí; imitadores de malas costumbres, triste reflejo de gentes poco comprometidas con el oficio, tránsfugas, traidores, trapaceros con ideas trasnochadas sobre la ética del arte, que se resume en el ser humano, en la ética personal.

Vemos como la dignificación del arte está entre brumas, y si seguimos creyendo que somos los únicos que trabajamos a favor del mismo y nos hacemos los de la vista gorda, quedando encerrados en nuestro propio ego, el progreso del arte y en especial del arte escénico, no saldrá nunca del atolladero. El arte escénico se construye desde comunes acuerdos, necesitamos los unos de los otros, por que los procesos creativos son entre autor, director, actor y productor; y si sigue careciendo de esta unidad, de este común acuerdo, no diremos nada, entre brumas estará el fin de este arte, se olvidara el alma humana de la que hablaba Stanislavski, olvidaremos la responsabilidad que tenemos con el público.

No olvidemos que el arte escénico tiene como fin divertir, pero al mismo tiempo cuestionar y dar puntos de vista, y si es usado para mostrar lo talentosos, inteligentes, irreverentes, sensibles, etc… que somos, su fin desaparece, se reduce a ese individuo que quiere ser visto. Estos individuos que giran en un mismo círculo, y más claro aun, que giran en torno de sí mismos, le hacen daño al arte escénico; desde aquellos que asumen este arte en términos netamente comerciales, hasta los que fingen estar realmente comprometidos con su oficio, solo para ser reconocidos a costa del trabajo de muchos.

En conclusión, la tarea será marginar a estos individuos, encerrarlos en porquerizas para que se revuelquen en el lodo; ¡me uno a aquellos que estarán lejos para que no los salpiquen!

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